Vamos a empezar a contar la historia de una de las marcas que siempre está entre las más grandes del mundo, Volkswagen. Con la turbidez y la genialidad que la envuelven.
El encargo de Hitler
No revelo nada nuevo si digo que Volkswagen nació como un encargo de Hitler. Según cuenta la leyenda, un día que iba circulando en el coche oficial, desde la parte trasera vio a un alemán circulando en moto, pelándose de frío y calado hasta los huesos, y su simpática mente llegó a la conclusión de que no quería eso para su pueblo, por lo que buscó al mejor ingeniero que pudo encontrar, y le encargó que fabricara el coche del pueblo, que como ya te habrá contado el cuñado de turno, en alemán se dice Volkswagen.
Otras personas, que tienen quizá menos simpatía hacia Hitler piensan que la finalidad del encargo era tener fábricas para usos militares, y vehículos que justificaran la construcción de una red de carreteras, que vino muy bien a Alemania para mover material militar por el país. Pero bueno, la historia del motero mojado es más pintona.
Por el motivo que fuera, Hitler quería fabricar el coche del pueblo, y la persona que eligió para llevar esto acabo fue un tal Ferdinand Porsche (a quien le dedicaremos otro artículo).
La fuerza a través de la alegría
Ferdinand Porsche diseñó y llevó a cabo la fábrica del que sería el primer Volkswagen, la primera versión del archiconocido escarabajo, el KDF-wagen, nombre que venía de Kraft durch Freude, que significaba algo así como “fuerza a través de la alegría”.
Y el nombre del Mitsubishi Pajero nos parecía feo.
Con este vehículo en fabricación, la fábrica creció lo bastante como para formar una pequeña ciudad a su alrededor, la KDF-Stadt, donde vivían los trabajadores.
Esta fábrica tenía una peculiaridad, y es que la pusieron en medio del campo, por lo que tuvo alguna desventaja a la hora de competir con Opel y demás marcas después de la guerra, por aquello de que estaba mal comunicada. Incluso llegó a ser bombardeada durante los enfrentamientos, pero al poco tiempo estaba funcionando de nuevo, no sufrió daños graves.
Fue utilizada para fabricar armamento, y Ferdinand Porsche también, dado que se le encargó que diseñase tanques, aunque al parecer se le daba peor que los coches y no tuvo mucho éxito. Posiblemente por eso llegó a pasar una temporada en prisión después de la guerra, pero finalmente salió libre y pudo retomar sus proyectos, por ejemplo, los deportivos.
Y nos vamos a quedar aquí. La guerra se acaba, y el bueno de Ferdinand tiene algún problema, pero acaba saliendo adelante y sigue dedicándose a los coches… Más adelante veremos lo que hicieron sus hijos con Volkswagen. Hasta aquí por hoy.
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Aunque puedes echar un ojo a lo que pasó con Volkswagen justo después de la guerra.
Y si te quedas con curiosidad, puedes leer la tercera parte de este artículo.
2 comentarios en «La historia de Volkswagen (Parte 1)»
Solo un apunte, diria que «el coche del pueblo» en aleman, si no me equivoco, es «Volkswagen das auto».
Uff… Ahí ya me pillas, que de alemán sé lo justito. Pero voluntad de aprender no me falta 🙂